domingo, 18 de diciembre de 2016

Mírame muy adentro

Y, ¿qué me dirías si te dijera que aquél hombre de las piedras ha existido?

Sí, exacto. Aunque su modo de relacionarse fuese extraño, por no decir inexistente, la vinculación que te ataba a él estaba ahí, y mientras me agarraba de los dedos de las manos y me tiraba, me seguía susurrando "piedras, piedras, piedras". ¿Para qué quería mis manos? Mi mente estuvo ocupada durante una buena temporada, intentando comprender cómo veía el mundo, cómo sentía y sobretodo, cómo interpretaba las cosas.

Y es que, últimamente, debido a ciertos aspectos de mi vida, he estado conociendo a una gran variedad de personas, personas inusuales y curiosas. Sinceramente, me tocan el corazón, y giran mi mente; vuelcan mi mundo y todo tipo de perspectivas e interpretaciones que pueda tener acerca de la realidad que se me plantea. 

Cada Miércoles, vuelvo a casa pensando, ¿por qué actuamos como lo hacemos? ¿Qué sentido tiene comportarnos como lo hacemos, ser personas adultas con responsabilidades, y pasar más de media vida haciendo cosas que en realidad no quieres hacer? Hay personas, y es lo que más me fascina, que viven en historias preciosas, en sus realidades mentales. Por supuesto, todos podemos tener problemas, pero, ¿son problemas si en realidad eres felíz? 

La sociedad nos tiene tan marcados, tan atados. Lo peor es que nos creemos personas de mente abierta, personas que reflexionan acerca de cada posibilidad, que comprenden todos los puntos de la sociedad. ¿Y sí intentásemos salir de nuestros esquemas? No, no me refiero a hacer algo inusual, sino algo que no se te hubiera ocurrido jamás, algo raro, algo extraño. ¿Vemos lo que en realidad queremos ver?

Siempre he creído que lo inusual nos mueve, y que a lo que llamamos vida, no es vivir.

No es vivir.

jueves, 17 de noviembre de 2016

Piedras, piedras, piedras

Había una vez, un hombre que no veía lo que nosotros vemos. No es que lo que viese no fuese la realidad, pues ni siquiera nosotros somos capaces de conocer dicha realidad, y en ese caso, si nadie puede llegar a reconocerla, no existe. Por eso mismo, este hombre vivía su vida en un universo no existente, al igual que nosotros, en un universo que tenía las mismas probabilidades de ser real que el que vemos nosotros.

Él creía que las piedras eran secretos, esencias de poder que nos contaban grandes historias. Cada una tenía una forma, tamaño y color diferente, es decir, una historia diferente. Muchas le contaban las desgracias que había habido en el mundo, el ciclo, que una y otra vez, se vuelve a repetir. Otras, le hablaban de mundos oscuros con tiranos que destruían a las muchas criaturas que habían conocido.

Piedras, piedras, piedras... me susurraba al oído. Con los ojos como platos y la boca entre abierta, las acariciaba con cuidado. Pobres piedras, que llenas de cicatrices, habían conocido lo que nadie querría conocer. 

El hombre, sabía que quizás la realidad que estaba ante sus ojos, podría no ser la exacta. Aun así, había algo que sí podía decir con certeza; y era que, el ser humano tiene corazón. Pero de poco sirve si ese corazón no se utiliza correctamente. Corazón que da altibajos, subidones y momentos de la nada. Lo que le importaba realmente era la intención, y que, aunque vivamos a ciegas, el bien nunca será trasladado a un universo, es decir, a una realidad no real donde las personas no quieran.

Piedras, piedras, piedras... 

miércoles, 28 de septiembre de 2016

Mr. Crowley

Mientras la intro de Mr. Crowley retumba en mis oídos, siento como la locura se va adentrando poco a poco en mi mente. O no sé si llamarlo locura, supongo que nadie sabe identificar la fina línea que separa la locura de la coherencia. ¿Y qué es estar loco? ¿Qué es ser coherente? La verdad, es que las personas no venimos con un manual de instrucciones. ¿Cómo saber qué hacer? ¿Quién ser? ¿O en realidad debería importarnos más, el quién queremos ser?

Algunas, veces las preocupaciones me nublan la mente, y estoy tan concentrada en hacer lo correcto, que se me olvida que la vida es como una montaña rusa llena de peligro, altibajos y pequeños momentos de calma. Y así es, como me he podido dar cuenta de que la seguridad que uno busca, no es vida; vida es lo que consigues cuando sales vivo del peligro. Por esto mismo, me declaro abierta a la vida como nunca lo había hecho.

¿Y qué cojónes importa lo que piensen los demás? ¿Que les moleste algo que yo haga, cuando yo me he mordido la lengua millones de veces? Oh vida, oh vida, dame algo de materia, algo de peligro, dame emociones, dame esa pequeña maldad que me falta.

Me he pasado toda la vida pensando que no hay leyes que les devuelvan lo suyo a los malos, que lo mejor es quedarse cada uno en su campo de seguridad, desapercibido, callado... Básicamente, haciendo lo que los demás hacen para no crearse problemas, haciendo lo que se denomina como correcto hoy en día. Y es que tampoco es que exista algo como el karma, pero oh sí, yo soy mi propio karma. Cuanto tiempo.

Me importarán mis seres queridos, gente que me ha demostrado que vale la pena. ¿Pero qué mierda? Primero yo y después los demás, estoy cansada de pisotearme. Sí pisotearme, porque ha sido mi culpa, mi forma de actuar, ese querer hacer bien a todo el mundo. Anda a la mierda.

Cuanto tiempo, vida.

miércoles, 31 de agosto de 2016

Hoy no

Hoy no tengo palabras para expresar lo que siento. 
De un suave tocamiento, se me escapa el aliento, y apresurada me sale esa palabra que no quiero.

Hoy no tengo palabras para expresar lo que anhelo.
Como si de una eternidad fuese, unos segundos son los que cuento, como restos que se lleva el viento.

Hoy no tengo penas ni lamentos.
Ojalá.
Ojalá mis palabras estén manchadas con cuentos, para que disfracen mis mundos sin discernimientos.

Hoy...
mi pulso ha parado por un momento.
Con él mi calma y mi atamiento.



domingo, 31 de julio de 2016

Aparece desaparecido

Estaba lleno de heridas, de esas que aparecen por el más profundo desgaste de la esperanza, esperanza que se escapaba de ese vacío que se hallaba en su corazón. 

Soñaba con que le agitasen y rompiesen, pues quería salir de esa prisión de sueño. Y al mismo tiempo, se temía que nunca encontraría esa salida, de nuevo. 

Cuando viajaba entre sus vacios, se preguntaba si sería tan difícil encontrar la salida como arrancar un árbol con las manos. Fue entonces cuando recordó que sólo bastaba rodear un árbol e insultarlo para que al cabo de los pocos días, terminase muriendo. Estaba perdido.

Poco a poco, la rabia le fue consumiendo, hasta que perdió totalmente el control de su cuerpo. Esa misma rabia fue la que le abrió las puertas hacia la salida. Lamentablemente, apareció desaparecido.

Fuera de control.

Encontró la salida, sí, justo antes de saltar directo al vacío. Así fue como se encarceló en su sueño eterno, es decir, su prisión eterna.


jueves, 14 de julio de 2016

Escrito el 15/07/2016

Déjame contarte una historia sobre una joven que no sabía muy bien qué quería en esta vida. No paraba de vivir la vida dando tumbos, tropezándose por culpa de muchos, y por supuesto, también por su propia culpa. Ella ignoraba que hubiese más vida a partir de sus desgracias, ella creía que la vida se la daban los caramelos de colores, el elixir de felicidad y los polvos de hadas. De este modo, conseguía evadirse durante unas horas, entraba en un mundo en el que nadie le podría hacer daño, en el que no tenía por qué sentirse preocupada, o simplemente, en el que no tenía por qué preocuparse por sentir.

A menudo, la chica no tenía fuerzas ni para sonreír, y como bien sabes, muchas veces no veía más que oscuridad en su futuro. Había días en los que ni siquiera quería levantarse de la cama, esta prefería hundirse entre sus lágrimas. Mucho hablar de quererse a sí misma, respetarse y demás, cuando directamente iba encaminada ciegamente hacia su autodestrucción. Era como magia, era como... cuando la vieja bruja deja entrar a Hansel y Gretel en la casa de dulces.

Ella soñaba un mundo en el que no hubiese criaturas que la pisotearan una y otra vez. Estas eran los monstruos del sueño, puesto que se metían incluso en las pesadillas más oscuras de la joven. Ella soñaba con días perfectos, sin desprecios ni aprecios, con días en el que tenía la capacidad de ser invisible. Aun así, enseguida aparecían estos monstruos arrebatando toda seguridad que pudiera tener en ella.

Algunas veces, sí notaba pequeños destellos de luz en su vida, algo así como ciertos periodos de paz y descanso; un amor, una sonrisa, un buen día... Pero esos señores de la luz, enseguida se convertían en demonios de la noche, que arrastraban su poca luz y sus sueños con ellos, dejándola así, sola, rodeada de miedos y terrores nocturnos. 

Con el tiempo, la joven entendió los dulces no le daban la vida, sino que solo se necesitaba a sí misma para vivir. De esta manera, aún siéndole difícil y cayendo unas cuantas veces por el camino, consiguió considerarse persona, un ser humano, con defectos y sentimientos, imperfecta y al mismo tiempo, perfecta.

Fue entonces cuando conoció a un apuesto caballero, que hacía que temblasen partes de su cuerpo que ni siquiera sabía que existían. Probablemente fuera de su alcance, pensó ella. Sin embargo, el caballero ya sabía quién era ella desde mucho antes. De este modo, después de largas y profundas conversaciones sobre las extrañas criaturas que se podían hallar en el bosque, como los abrazafarolas, decidieron tener una cita.

La joven se puso nerviosa y eso suponía un gran problema, puesto que los nervios y el elixir que estaba tomando hacían que no pudiese parar de hablar, un habla que acompañaba plácidamente a su locura. El caballero, que seguramente se estaría divirtiendo con el panorama, decidió romper el hechizo con un beso. Un beso que hizo que todo lo que se encontraba a su alrededor desapareciera, un beso que les trasladó a otro mundo, en el que solo estaban él y ella. 

Ella ya no escuchaba las olas del mar, ni notaba la suave brisa de la noche. Sólo sentía sus labios contra los de él, un suave roce con su piel y sus calientes manos rodeando su cadera. Sentía como en cualquier momento se le iba a escapar el corazón por latir tan fuerte.

Por desgracia, ella guardaba un terrible secreto que estaba enterrado en el baúl de los dulces. Ella quería que su cuento, empezase con su caballero, sin secretos. De esta manera y con un nudo en la garganta, se dirigió a contárselo y para su asombro, el caballero no se convirtió en un demonio de la noche. Así fue como se sintió aliviada por primera vez en mucho tiempo, y empezó a conocer ese vivir con el que tanto soñaba a diario.

El caballero era de lo más inusual, inmerso en su pequeña locura, hacía que el mundo pareciera un lugar bonito. Sus abrazos eran como el sol acariciando su piel y sus besos eran pequeñas oportunidades para viajar entre diferentes mundos. Él la hacía sentir segura y fuerte; fuerza que le daba le ayudaba a seguir hacia adelante y ser valiente.

Por fin, la joven aprendió a sonreír, soñar sentir.


¿Qué es ser feliz?

La felicidad es un concepto ambiguo, abstracto. En cierto modo, se refiere a un estado pleno de satisfacción, pero en lo que a mí respecta ese estado va cambiando constantemente. Puede que lo que una vez nos hizo felices, nos deje de hacer sentir de tal manera al poco tiempo, y al revés. El caso es, que la verdadera felicidad, es esa búsqueda constante, alimentada por nuestros sueños y ambiciones.  

No podemos negar que cada uno tiene su manera de ser feliz. Nadie sabe cuál es el mejor modo, no venimos con instrucciones; cada uno lo hace como puede. Algunas personas le dan prioridad al dinero, al orgullo, al ayudar a los demás, a los amigos, pareja, sueños, etc. Son cosas que nos llenan, nos hacen sentir y nos afectan de manera diferente.

Yo no juzgo las preferencias de nadie, pues comprendo y llego a entender, que lo único que busca una persona, es decir, un ser humano, es ser; y este estado no es algo que sea tan fácil de conseguir. Para algunos está presente la mayoría del tiempo y otros rascan en su oscuridad desesperadamente.

Al mismo tiempo, considero que cuando una persona reniega de su felicidad, pierde la esperanza, y deja de vivir. Y es que, vivir no es solo respirar, vivir es sentir, tener esperanzas e ilusiones. Este sentir no se lleva a cabo en el sinsentido de la felicidad y por ello, hay que alejarse de las actitudes nihilistas; el ser humano es muchísimo más que eso. La negación de la existencia de la felicidad hace que dejemos de ser personas.

Algunas veces necesitamos huir de la realidad para que no nos ahoguemos en nuestra jaula de obligaciones. No hablo de que dicho sentir no sea real, sino que hablo de la presión que nos supone algunas veces la realidad física. 

Al fin de al cabo, soñar nos da fuerza.

miércoles, 15 de junio de 2016

Canciones de días soleados

Hay canciones, que aunque me duela el pecho, me falte el aire y me tiemblen las piernas, me hacen sentir el sol hasta cuando llueve. Canciones que deshacen el nudo de mi garganta y me ayudan a respirar.

Cierro los ojos y noto su calor. Entonces es cuando el sonido de la lluvia se hace más transparente, y se junta con el sonido de las olas y los pájaros. Puedo notar cómo la arena quema, cómo la cojo con mis manos y cae entre mis dedos. Puedo notar la suave brisa en mi cara, acariciándome suavemente, cómo si yo fuese su tesoro mejor cuidado.

Y así es como, aparto mi pelo negro y rizado a un lado, para dejar que el viento me bese en el cuello, para que me erice los pelos de mi cuerpo. Sin todavía haber abierto los ojos, no puedo evitar sonreír, agusto, tranquila.

Mis terribles pesadillas, esa ansiedad que me come por dentro poco a poco, se ha apaciguado. Ya no tengo miedo de mirarle a los ojos; simplemente le sonrío. 

Me levanto y dejo que el viento me lleve. Dejo que mi largo vestido baile con el viento, y que mi cuerpo se mueva con este. Doy vueltas y vueltas, mi pelo despeinado y la felicidad en mi cara. 

Te he encontrado.

No me hagas volver a abrir los ojos. Sentir el frío, la lluvia, la humedad, como una bofetada en la cara. Sólo quédate aquí a mí lado, abrázame y no me sueltes.

Son canciones que me hacen felices, y por un momento me sacan de este infierno. Me hacen estar en el mayor paraíso nunca existido, mi imaginación, mi mejor amigo.

viernes, 10 de junio de 2016

Sueña

Me acerco aún más a ti para sentirte mejor. Noto tu pecho contra mi espalda. Me abrazas fuerte y me haces sentir pequeña. Siempre busco tus pies para calentar los míos, sólo así, puedo quedarme dormida.

Noto tu respiración. Sueñas con montañas rusas, historias de guerras perdidas, sacrificios y esperanzas, pero por fuera pareces tranquilo y neutro. Aun así, nadie sabe lo que hay dentro de una persona, sobretodo si esta intenta esconderse entre los rincones más oscuros de su pensamiento, como si algo le persiguiese. ¿Estás asustado?

En cambio, yo sueño con que nos perdemos entre las sábanas para volver a encontrarnos, pero con los ojos abiertos. Sin moverme para mirarte, sé que estás ahí. Te huelo, te escucho.

Y te busco, te busco y no te encuentro

Arranco las sábanas, tiro mi almohada y me rindo. Cómo no, mis gritos se ahogan entre las lágrimas que quedarán camufladas en el silencio. Puto silencio. Te he perdido.

Me tumbo y respiro. Por mucho que se intente olvidar, mi mente seguirá haciendo que reviva estos recuerdos, porque en el fondo, no los quiero olvidar.

Y qué tan doloroso es, que hayas sido un extraño durante todo este tiempo, y que yo intente creer que alguna vez, sí que estuviste entre esas sábanas conmigo.

Sí que estuviste.


martes, 31 de mayo de 2016

Nadie como tú

Me fastidia, me amarga, que mi corazón no vuelque con nadie como lo hizo contigo. Ese nerviosismo que te rodea y recorre tu columna suavemente, como pequeñas cosquillas y caricias que te hacen temblar durante unos instantes.

¿Qué le voy a hacer? Sigues alejado y tan cerca al mismo tiempo.

Todos mis esfuerzos por sacarte de mi cabeza resultan inútiles, y solo hacen que me acuerde aún más de ti.

Oh respira por favor, respira

Y ni se te ocurra tocarme, ni se te ocurra. Un pequeño roce de tu mano con la mía... no me hagas vivir esto. 
Y ni se te ocurra hablarme. Cómo cuando nos reíamos porque cambiabas de voz según la persona. No pongas esa voz conmigo, sólo conmigo
Y ni se te ocurra mirarme y después apartar la mirada rápidamente como si yo no me hubiese enterado.

Tú prefieres estar fuera; siempre lo has preferido. Eres indiferente a todas las situaciones. Pero yo SÉ cómo eres, aunque lo niegues. Pero... ¿sabes qué? Ese ser termina aplastado por quien quieres ser en realidad.
Para ti nunca existió eso que tuvimos... o al menos, eso que yo creí que era mutuo. Para ti solo fue un pequeño subidón, un chute de droga, entrar en mundos alucinógenos y mágicos, pasar el rato... 

Pero para mí... volcaste mi jodido MUNDO. Lo pusiste boca abajo, hice cosas que nunca pensé que haría. ¿Y para qué? ¿Dime para qué? Dime, POR FAVOR, que no fui usada.

Y por favor, no me des esperanzas. No me cuentes cosas que solo TÚ sabes de MÍ, cosas que nadie más sabe. ¿Por qué no me lo contaste cuando yo te esperaba?

Termina con esto, libérame.

Mírame a los ojos, y dime que NO ME QUIERES.

domingo, 29 de mayo de 2016

Querida vida:

Así es como muestro mi pasión

Quizás me atrapes. Agárrame fuerte, venga.
Empújame, golpéame, destrózame.
Pero yo AVANZO.

No puedes parar mi barco, así que deja la tormenta a un lado, o no.

Tus caricias son como pequeñas patadas en mi estómago, tus golpes como música. Eres más interesante cuando me haces sufrir, qué gracioso que siempre sea así. Y parece que sólo uno tiene importancia cuando te toca introducirte tu querida pegajosa armonía.

Cántame tus rimas, grítame tus letras, tócame tus notas.

Esa canción pegadiza, que no puedes parar de escuchar, y mucho menos de silbar... y la verdad es que termina siendo adictivo, como la droga que nadie puede dejar y a la que todos tienen miedo en confiar. ¿No te divierte lo suficiente que seas una cuenta atrás?

Cierro los ojos, respiro y sonrío. Te estoy esperando, aquí estaré.
Baila conmigo, salta, abrázame, muéveme, cógeme... Hasta que me SUELTES.

Pero caeré sonriendo.

Mírame.

¿Qué vas a hacer?

Yo AVANZO.

sábado, 28 de mayo de 2016

Algo que nunca leerá

Sentía que me faltaba el aire; que me rodeaba, que me presionaba, pero que no me llenaba. Lo único que podía hacer era ver como te marchabas mientras se distorsionaba mi imagen de ti. Lo peor es que yo creía en ti... en realidad no. Sabía que me harías daño, pero me hacías. Entraba en un limbo donde el tiempo ya no importaba, donde solo estábamos tú y yo.

Aún me cuesta bajar la mirada cuando no soporto mirarte demasiado a los ojos. 

Cómo duele tu dolor hacia ELLA, tu pérdida del habla al verla, esa pequeña alteración que sientes.
Cómo duele que yo nunca te haya podido olvidar, y si lo he conseguido por un momento, se iba a la mierda cuando intentaba buscarte con la mirada.

¿Dónde está? Me basta con una mirada amable, como si nada hubiese pasado. 

Sólo me quedaba sustituir tus dedos con el agua ardiente de la ducha. Que me quemase, que me dejase marca, tal y como hiciste tú. Vivirlo una y otra vez. Necesitaba sentirte. Hiéreme, tócame, llévame hasta la luna y no me dejes bajar. 

Qué masoquista, ¿NO? Y es que si no es dolor, se me ha olvidado cómo sentir, cómo sentirte. Y es que... el dolor termina siendo como un orgasmo que me pone la piel de gallina.

Algunas veces el sol me acaricia, y la lluvia me hace temblar. Pequeñas cosas que me hacen tener algo parecido a tenerte cerca. Que me tiemble la voz y que se me olvide interpretar lo que estás diciendo.

Que me sonrieras era como un abrazo cálido. Que me hablases de tus cosas, mientras yo te miraba e intentaba decir algo inteligente... 

Bésame.

Quémame.

Y es que aunque te note lejos, pequeñas cosas me acercan a ti, hasta que DESPIERTO.