miércoles, 28 de septiembre de 2016

Mr. Crowley

Mientras la intro de Mr. Crowley retumba en mis oídos, siento como la locura se va adentrando poco a poco en mi mente. O no sé si llamarlo locura, supongo que nadie sabe identificar la fina línea que separa la locura de la coherencia. ¿Y qué es estar loco? ¿Qué es ser coherente? La verdad, es que las personas no venimos con un manual de instrucciones. ¿Cómo saber qué hacer? ¿Quién ser? ¿O en realidad debería importarnos más, el quién queremos ser?

Algunas, veces las preocupaciones me nublan la mente, y estoy tan concentrada en hacer lo correcto, que se me olvida que la vida es como una montaña rusa llena de peligro, altibajos y pequeños momentos de calma. Y así es, como me he podido dar cuenta de que la seguridad que uno busca, no es vida; vida es lo que consigues cuando sales vivo del peligro. Por esto mismo, me declaro abierta a la vida como nunca lo había hecho.

¿Y qué cojónes importa lo que piensen los demás? ¿Que les moleste algo que yo haga, cuando yo me he mordido la lengua millones de veces? Oh vida, oh vida, dame algo de materia, algo de peligro, dame emociones, dame esa pequeña maldad que me falta.

Me he pasado toda la vida pensando que no hay leyes que les devuelvan lo suyo a los malos, que lo mejor es quedarse cada uno en su campo de seguridad, desapercibido, callado... Básicamente, haciendo lo que los demás hacen para no crearse problemas, haciendo lo que se denomina como correcto hoy en día. Y es que tampoco es que exista algo como el karma, pero oh sí, yo soy mi propio karma. Cuanto tiempo.

Me importarán mis seres queridos, gente que me ha demostrado que vale la pena. ¿Pero qué mierda? Primero yo y después los demás, estoy cansada de pisotearme. Sí pisotearme, porque ha sido mi culpa, mi forma de actuar, ese querer hacer bien a todo el mundo. Anda a la mierda.

Cuanto tiempo, vida.